Murió la cantante italiana Raffaella Carrá, la reina italiana que enamoró a la Argentina

La también conductora fue musa de Susana Giménez. Popularizó hits como Caliente, caliente o Hay que venir al sur. El testimonio de su amigo Franco Simone.


"Tengo que confirmar con mucho dolor que es así, estoy devastado". La noticia con un nudo atravesado llega a Clarín en la voz del cantante italiano Franco Simone: Raffaella Carrá, la reina italiana que en los '70 y '80 se volvió parte del paisaje argentino al son de "03-03-456", la amiga de Diego Maradona, la mujer que huyó de Hollywood "para no caer en la maldita cocaína", la que dejó como slogan sudamericano "para hacer bien el amor hay que venir al sur" murió a los 78 años.

Italia está en shock. Adiós a la diva que de los cabellos dorados, los incisivos separados, el corte carré, la del idilio con Latinoamérica, la devenida en "icono del orgullo gay", la que se jactaba de ser de algún modo "rockera sin título", no por su música, y si por su "modo de vida rupturista".

Nació el mismo año que Mick Jagger, George Harrison y Roger Waters (1943). Su lápida podrá decir eso mismo que alguna vez pregonó: "Aquí yace la mujer que hizo bandera de la libertad del cuerpo, la que disfrutó de la liberación sexual feminista en tiempos en que sus arqueos de cuerpo eran denunciados".

Hubo un tiempo en que se la acusó de "naif y kitsch", pero la muerte, que todo lo mejora, deja otras impresiones. Estatua de la libertad boloñesa, sus seguidores le atribuyen el hito de la provocación al clero mucho antes de Madonna. Se atrevió a enseñar el ombligo en pantalla (hoy casi un chiste), "revolución" que generó una pequeña crisis entre la RAI y el Vaticano. Tuca Tuca era la coreografía que escandalizaba a los sacerdotes, pero Raffaella salió triunfante de esa insólita batalla.

La Argentina la recordará, entre tantas otras huellas, por haber sido la musa de Susana Giménez. Hola Susana era el homónimo de Pronto, Raffaella. "Cuando Ovidio García pidió permiso, le dije, '¿pero quién lo va a hacer? ¿Susana? ¡Perfecto!'. Y ella lo hizo maravillosamente bien", despejó con dulzura cualquier tipo de rivalidad mediática.

La agencia de noticias ANSA cita a Sergio Japino, quien fue su compañero durante décadas. "Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre".

En el último tiempo, inmersa en ese paisaje apocalíptico de la pandemia, su postura era el silencio. Su último tuit había sido el día de su cumpleaños (el último), el 18 de junio: "¡Gracias a todos! Me han colmado de buenos deseos, su cariño me conmueve, los abrazo y les deseo un verano con vuelta a la normalidad". Un mes antes la había atravesado el dolor de la partida de un amigo, el cantautor italiano Franco Battiato.

Su relación con la televisión italiana se mantenía, pero con ciertos reparos: había anunciado su retiro "mentiroso" a los 73 años, pero decidió el regreso con cierta sensación de "extranjera" en una industria que hace culto de la juventud y descarta a la tercera edad. Ese mismo mecanismo la había ponderado en sus treinta y tantos. "Hoy en día es raro encontrar personas que te cuiden. Se usa a alguien porque es hermoso y tiene 20 años, pero dentro de tres años será reemplazado por otro. Es un juego cruel".

La estatua de la libertad boloñesa, la madre del porno-pop

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